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miércoles, abril 24, 2024

“La Casa está en orden”: los días que la Democracia estuvo amenazada

Corría el año 1987., hace 35 años, la joven democracia recuperada en las urnas, titularizada por el Presidente Raúl Alfonsín, se veía amenazada por un grupo de militares que,conocidos como los carapintadas y liderados por Aldo Rico, se sublevaron frente al orden institucional restablecido.

En la Semana Santa de ese año, el Mayor Ernesto Barreiro desobedeció un requerimiento de la Cámara Federal de Córdoba para comparecer por violación de derechos humanos y se refugió en una unidad militar junto a sus sublevados.

A este acuartelamiento se sumaron otros uniformados y civiles vinculados a la dictadura, para exigir la “solución política a los juicios militares”, un eufemismo que significaba indultos y amnistías para los incursos en delitos de lesa humanidad.

El Presidente, que se encontraba en Chascomús, se instaló en a Casa de Gobierno y decidió el curso de acción al tomar tres decisiones fundamentales: no entablar negociaciones de ningún tipo con los rebeldes; convocar al diálogo a los actores políticos relevantes – partidos con representación parlamentaria y dirigentes empresarios y sindicales – y llamar a la responsabilidad social colectiva de los ciudadanos para que formaran parte activa de la defensa de la democracia.

Alfonsín tenía una firme convicción: no podía haber derramamiento de sangre para lo cual desarrolló una estrategia de presión permanente, evitando que el levantamiento se expandiera.

Ante la compleja situación, el domingo de Pascuas, el Presidente decidió trasladarse personalmente a Campo de Mayo, que se había convertido en el epicentro de la tensión. En esa circunstancia varios dirigentes de distintas fuerzas políticas, entre otros Antonio Cafiero y Oscar Alende, nos desplazamos hacia la Escuela de Infantería donde la situación era extremadamente tensa porque se trataba de una unidad militar que, del lado de adentro y a la vista de todos, había oficiales uniformados, fuertemente armados, con la cara pintada y, del lado de afuera de la tranquera, una multitud civil que pretendía avanzar para exigir a los carapintadas que se rindieran.

Allí, frente al Presidente, Rico depuso -junto al resto de los oficiales amotinados- su actitud sediciosa y el Presidente Alfonsín pudo volver a la Casa Rosada y, frente a esa plaza multitudinaria, pronuncio la recordada frase “La casa está en orden. Compatriotas, felices Pascuas”y ,no menos importante, “y no hay sangre en la Argentina”.

Durante todos esos días, millones de personas salieron a las calles y plazas de la República para compartir la defensa de la democracia. En palabras del propio Alfonsín:

No podemos, en modo alguno, aceptar un intento extorsivo de esta naturaleza. Entonces, aquí no hay nada que negociar. La democracia de los argentinos no se negocia”.

Sin concesiones ni claudicación, las fuerzas amotinadas fueron desarticuladas y la democracia desafiada dio un paso adelante. No fue el único reto que debió enfrentar el gobierno del Presidente Alfonsín. Otros dos intentos golpistas y un asalto a una unidad militar por parte de una extraviada célula guerrillera fueron superados.

Han pasado 35 años de un hito de defensa de la Democracia que aún tendría varios coletazos mas. En enero de 1988 el levantamiento del Regimiento de Monte Caseros, en Corrientes.

En diciembre de ese año otra resistencia militar con Mohamed Alí Seineldín quien volvió a jaquear el estad de derecho, repitiendo en dicimbre de 1990 ya con el gobierno de Carlos Menem.

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