El abrazo de Marcos Rojo con Carlos Izquierdoz, en el festejo del gol de Boca ante San Lorenzo, demostró que la interna entre el plantel y los dirigentes esta en un tenso momento.
Es que, a fin de cuentas, se trata de un desafío para el Consejo de Fútbol que encabeza Juan Román Riquelme. Porque la salida del capitán obedece a una pelea por los premios, más allá de los desniveles del zaguero central. Y por si quedaba alguna duda, quedó despejada en el gesto del defensor que ayer lució el brazalete.
Hay una interna caliente en Boca que estalló con la eliminación de la Copa Libertadores y el despido de Sebastián Battaglia.
Hoy, los referentes y el vicepresidente ídolo están enfrentados. En el medio, los hinchas sufren porque el sueño continental se terminó en la negra noche del martes en la Bombonera, el día que Darío Benedetto erró dos penales. Justo después de que trascendió la reunión del lunes, cuando hubo una discusión por los incentivos que debían cobrar los jugadores por pasar a los cuartos de final.
Entonces, cobró sentido la arenga del Pipa, aquella que remarcaba que los habían tratado de “perdedores”.
Un combo explosivo que mostró la peor cara de Boca. Dentro y fuera de la cancha. Por el nivel paupérrimo del equipo plagado de futbolistas que parecieron jugar con el freno de mano y por la rotura del vestuario visitante.
Rompieron el empapelado con las imágenes del campeón de la Libertadores 2014 y algunos lockers. “Es una gran irresponsabilidad”, se quejó el presidente de San Lorenzo, Horacio Arreceygor, quien además hizo una denuncia en la Liga Profesional de Fútbol.