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jueves, diciembre 5, 2024

El peligro desconocido del cigarrillo: solo 14% de la gente sabe qué es el “humo de tercera mano”

Lo advierte una encuesta de la Sociedad Argentina de Tabacología. Son los residuos de nicotina y otras sustancias químicas que quedan en las superficies interiores debido al humo del tabaco.

Las nociones de humo de primera, segunda y tercera mano circulan en el ámbito de la salud desde hace una década. Sin embargo, no son nociones  conocidas en la misma medida. Esto se vio reflejado en los resultados surgidos del relevamiento sobre “Humo de tercera mano” realizado por  la Asociación Argentina de Tabacología (AsAT), que determinó que sólo el 14% de la gente sabe lo que es el humo de tercera mano.

El resultado se obtuvo de un total de 1.526 encuestados de entre 18 y 90 años, entre los que había fumadores, no fumadores, y también ex tabaquistas. Se trata de un dato muy significativo si se tiene en cuenta que esta sustancia presenta una mayor toxicidad, mayor permanencia en los ambientes (a partir de las superficies en las que se aloja) y múltiples vías de absorción en comparación con los Humo de Primera y Segunda Mano.

El de primera mano es el humo que inhala la persona fumadora. El de segunda aquel al que se está expuesto al compartir espacio con alguien que está fumando: resulta de la combinación del humo del cigarrillo encendido y el exhalado por un fumador.

El de tercera mano es el que está catalogado como el “humo sin humo” o “polvo de tabaco” invisible, compuesto por las partículas residuales provenientes del humo exhalado por el fumador y las del generado por la combustión del cigarrillo, a las cuales se suman nuevas sustancias químicas como las cotininas y las nitrosaminas, generadas a partir de la nicotina y su interacción con componentes presentes en el ambiente, especialmente doméstico.

Humo de tercera mano, un riesgo asociado al tabaqjuismo desconocido por la mayoría de la gente.

Humo de tercera mano, un riesgo asociado al tabaqjuismo desconocido por la mayoría de la gente.

Las partículas son muy pequeñas y permanecen en las superficies luego de disiparse el humo visible, absorbidas por el pelo, la piel, indumentaria, ropa de cama y baño, alfombrados, incluso muebles, paredes y yeso. Desde allí, se incorporan al organismo por vía inhalatoria, dérmica e incluso digestiva, al llevar a la boca algún objeto agarrado con las manos contaminadas.

Este tipo de humo está asociado a un mayor riesgo de padecer infecciones respiratorias, asma, alergias, caries, ronquido, reflujo gástrico, hiperglucemia, hiperexcitabilidad y otros trastornos cognitivo-conductuales, además de complicaciones más graves. Estos efectos han sido investigados y observados tanto en adultos como en niños y adolescentes, e incluso en animales de compañía.

Los niños lactantes y menores de dos años y los animales absorben en mayor medida estas sustancias, debido a su proximidad con el piso y sus hábitos, que implican mayor contacto físico con superficies impregnadas, como mantas, alfombras, tapizados, la piel y la ropa de los adultos.

El humo de tercera mano puede permanecer meses y hasta años en las distintas superficies, especialmente en aquellas que no son lavadas en profundidad con frecuencia. Además, es capaz incluso de trasladarse de un lugar a otro a través de las personas y los medios de transporte y los sistemas de ventilación.

Por esta razón puede detectarse aún en interiores donde no se fume e incluso en hogares en los que habitan personas no fumadoras. Esto tampoco es conocido por la población. La investigación de AsAT reveló que, entre los encuestados, el 65% cree que en menos de 24 horas se eliminan las partículas dañinas derivadas del consumo de cigarrillo.

Además, la creencia de exposición a problemas derivados del humo pasa de más del 80% en situaciones de ‘simultaneidad’ (estar con alguien al tiempo que fuma) a menos del 40% cuando no se está frente al humo al momento de su generación. Por eso hoy “fumar afuera” ya no es suficiente para prevenir los efectos nocivos del cigarrillo en el entorno familiar y social que rodea a un fumador.

El desafío es invitar a pensar no solo en hogares y espacios libres de humo sino también en ayudar a que los fumadores dejen de serlo y puedan abandonar el hábito. En la actualidad, los tratamientos efectivos de cesación tabáquica abordan tanto el componente físico como el psicológico de la adicción, combinado terapias farmacológicos y terapias cognitivo conductuales a las que hoy es posible acceder a través de la telemedicina.

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