Por Adrián Taccone de la Agencia Noticias Argentinas
Ya pasaron 25 años desde que el crimen del reportero gráfico José Luis Cabezas sacudió a una sociedad argentina que poco a poco fue confirmando las miserias que la política y la Justicia tienen en sus pasillos.
Es que el asesinato del fotógrafo de la Revista Noticias, ocurrido el 25 de enero de 1997, en una cava de General Madariaga, cerca de Pinamar, estremeció a todos, no solo por lo aberrante del hecho, sino también por todo lo que destapó a su alrededor.
Un cuarto de siglo después de que a Cabezas le dieran dos tiros en la nuca y su cuerpo fuera calcinado en el interior de su automóvil, no hay ninguna persona detenida. Algunos murieron y otros hace años recuperaron su libertad con artilugios judiciales.
En el largo derrotero de la familia de Jose Luis, representada por su hermana Gladys, y sus fallecidos padres José y Norma, fueron la cara visible de una lucha que tardó más tiempo de lo debido, en muchos casos.
El 2 de febrero de 2000, la Justicia determinó que a Cabezas lo mató una banda compuesta de policías bonaerense y civiles, a instancias del extinto empresario Alfredo Yabrán, a quien el reportero gráfico le había tomado una foto en la playa que puso al descubierto su rostro, hasta ese entonces casi desconocido.
Así aparecieron nombres como los de Héctor Retana, José Luis Auge, Horacio Braga, Sergio González, los denominados “horneros”, porque residían en el barrio platense de Los Hornos, o bien los de los ex policías Gustavo Prellezo (autor de los disparos), Sergio Cammarata y Aníbal Luna, quienes colaboraron para el secuestro de Cabezas.
Pero detrás de Yabrán también estuvo su jefe de custodia, Gregorio Ríos, y del lado de la Justicia nombres como los del ex juez de Dolores José Luis Macchi, el ex policía Víctor Fogelman y hasta el entonces ministro de Justicia del gobierno de Carlos Menem, Elías Jassan, quien debió renunciar a su cargo por conexiones con el empresario telepostal.
En el medio también estuvo el suicidio de Yabrán, ocurrido en un campo de Entre Ríos, las sospechas sobre cómo se investigó y las formas en que se llegaron a ciertas conclusiones.
En un época en la que Argentina también vivió hechos aberrantes como el crimen de María Soledad Morales (1990), la voladura de la Embajada de Israel (1992), el atentado a la AMIA (1994) y la explosión de la fábrica militar de Río Tercero (1995), el Caso Cabezas también acaparó la atención de los medios y del público engeneral, a veces no de la manera en que los familiares hubieran deseado.
Más allá del accionar de la Justicia en sí, hubo errores y aciertos en la investigación, algunos políticos trataron de responsabilizar a otros y esos otros queriendo salir airosos de algo que los tocaba muy de cerca.
“No se olviden de Cabezas”, fue una frase bandera de una sociedad que se sintió convulsionada, al tiempo que pedía tener un poco de Justicia, cuando el propio Poder Judicial está siempre en tela de juicio.